En casa, por regla general convivimos con una pareja, con hijos, con los padres o con compañeros de cuarto, son más bien pocas las veces que vivimos solos. Esto puede provocar que el espacio se vuelva caótico en proporción directa con el número de personas que habitan en compañía. Pasa también que aunque los espacios puedan estar abarrotados sea resultado de la falta de metas comunes en materia de organización. Puede que la razón ni siquiera sea que uno es ordenado y el otro no; pasa que todos son ordenados pero con el ritmo de vida tan acelerado que llevamos y con el constante materialismo en el que vivimos inmersos, nos llenamos de más cosas de las que podemos poner en cintura. Importante resulta que hagamos un ejercicio de comunicación y sentemos todos los involucrados metas que sean comunes para poderlas alcanzar, consiguiendo así erradicar el desorden de nuestra vida y tener un espacio sereno y cómodo.

Primero que nada es importante sentar las bases; necesitamos saber de todo aquello que nos congestiona que es realmente importante o necesario. Tenemos que expresar claramente cada miembro, lo que consideramos que es una buena cuota de cosas. También se trata de establecer que tanto podemos desechar porque si solo acordamos que necesitamos más espacio para almacenar y lo conseguimos, en muy poco tiempo ese espacio se verá atascado con nuevas adquisiciones y lejos de resolver un problema lo vamos a agravar, es tanto como querer sofocar una fogata vertiendo gasolina para que los troncos ardan más rápido; jamás pasa de ese modo y el fuego se sale de control.

Para Erin Doland de Unclutterer, es importante que se visualice que es exactamente lo que se quiere. En el caso de una pareja, recomienda ir a una biblioteca o expendio de revistas, y de un grupo de revistas de arquitectura, hogar, diseño, etc., elegir una serie de imágenes de espacios completos que reflejen lo que les gusta. Es importante que sean espacios y no soluciones específicas. Después de una sesión eligiendo las imágenes hay que mirarlas ambos. Pensar que es lo que agrada de ellas, que se puede tomar para partir de ahí, como hacen sentir esos espacios. Después que ya se hayan identificado temas en común, mirar los propios espacios para compararlos y ver que se puede hacer con lo que hay en mano, así se tomará la determinación de que cambios se deben hacer y que se debe de conservar en orden de conseguir lo que se acordó como espacio soñado.

Lo más importante es que con ese ejercicio, se planteen un plan de acción; se llegue a un acuerdo en la cantidad y tipo de cosas a conservar; en dar el primer paso teniendo siempre en mente a dónde se quiere llegar; comunicarse cada una de las decisiones y no tomar acción hasta que las partes involucradas tengan un acuerdo, es preferible invertir tiempo en la charla y no en deshacer lo andado. Recuerden que siempre habrá que comprometerse y también aceptar el hecho de que en ocasiones hay que ceder para llegar a una meta. No se pueden ganar todas, pero cuando se trata de un bien común mucha de las veces perder también es ganar.

Empieza pues por interesar a todos y exponerles al mismo tiempo tu opinión de lo que debiera ser su entorno en común, permite que ellos te expresen su idea y busquen el camino para allanar diferencias conquistando el desorden.