En la Organización Profesional es común encontrarse personas que tienen problemas para dejar ir las cosas, tienen demasiado apego emocional por los objetos. Pero hay el otro lado del espectro que normalmente no se mira, porque suele ser visto como modelo aspiracional, la organización excesiva. Quien tiene compulsión por organizar no es modelo a seguir es alguien que padece una compulsión, es realmente una persona con un problema, tiene un Trastorno de Obsesivo Compulsivo de la Personalidad (TOCP). El cómo afecta las interacciones de estas personas con el resto de la gente es materia de este artículo.

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Alguien que tiene una compulsión por la organización en todos los aspectos de su vida, es alguien que lejos de aparentar ser una persona con un trastorno, se ve como modelo a seguir por otros “es tan ordenado” “siempre sigue los procedimientos” “es tan resuelto”.  Por otro lado hay quien le ve de manera negativa “es completamente cuadrado” “no quiere soltar el control” “desconfía del trabajo que hacemos otros” “no se le da gusto en nada”. Bien, esa aspiración o repulsión vela la situación al interior del sujeto. Esa tremenda necesidad de control, de búsqueda de la perfección y de necesidad de orden, dan por resultado falta de espontaneidad y flexibilidad, habiendo razones para ello.

Inseguridad, miedos y desconfianza son los sentimientos que provocan las actitudes obsesivo compulsivas. El resultado se manifiesta en la demora para tomar decisiones por miedo a fallar; la revisión incesante cuando hay algún error; frustración, rabia, irritabilidad, agresividad son una respuesta común para dejar claro el punto; una búsqueda obstinada de la perfección, la imposibilidad de flexibilizarse pues todo debe hacerse de acuerdo a manual o al modo de la persona porque es el único modo válido y viable; hiperexigencia que hace complicado el trabajo en equipo o la convivencia en casa. El individuo no puede evitar su comportamiento e incapaz de mostrar sus emociones difícilmente buscará ayuda, pues siempre habrá el escudo de que todo lo hace en nombre de la excelencia. En un mundo ideal puede ser válido pero en el mundo real que habitamos, debemos entender que la convivencia es clave para el buen desarrollo del ser humano, evitarla o peor aún, patearla es una condena de ostracismo y con ello que el trastorno se encone más en la vida de quien lo padece.

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Yo debo confesar que en muchas ocasiones puedo llegar a exigirme de más y también caigo en el pecado de la exigencia de que otros piensen o actúen como yo “creo que es correcto”. Irme deshaciendo de esas conductas comienza primero que nada por reconocer que la vida no es perfecta y que en ella no debemos aspirar a la perfección, pues será una carrera perdida antes de empezarla siquiera. Se vale vivir en orden, se vale procurar elevar nuestros niveles de mejoría pero nada que nos afecte física o mentalmente y mucho menos que afecte las relaciones con las personas con que convivamos a diario en los ambientes familiares o de trabajo.

Bien pues que la organización de los espacios busca mejorar nuestra interacción con las cosas, pero cuando miremos la casa de alguien en exceso organizado, pensemos si no estamos ante alguien que tiene problemas de demasiado control. Aspiremos a una vida ordenada y que a veces tenga su dosis de caos para tener sanidad de cabeza.

El artículo “Compulsión por organizar” escrito por Nacho Eguiarte apareció publicado primeramente en NACHOrganiza Blog de Organización Profesional en Español.