¿Mis emociones y conductas afectan la manera en que me organizo? ¡Claro que si! Ellas pueden ser un obstáculo al organizar, evita que pase.
Yo no sé ustedes pero sigo emocionado de hablar aquello que nos afecta a la hora de organizar nuestras vidas. Las emociones y conductas tienen un papel importante, ya sea para apoyar el orden o para descontrolarlo. En este fascículo (como yo lo llamo) seguiremos explorando las enseñanzas que nos ofrece el Institute for Challenging Disorganization a través de su ficha técnica Factores asociados con la desorganización.
El yo me evado
Mirar para otro lado, hacernos como que la virgen nos habla, incluso acostumbrarnos a ignorar la desorganización en la que vivimos. Estas son algunas maneras en que la gente evade los problemas, tan es así, que lo hacemos con todo tipo de situaciones y no solo con el desorden. Encarar los problemas es la única forma de encontrar soluciones. En cuestión de organización la estrategia es esa. Reconocer el problema y deja de evadirte.
El yo postergo
Si evadirse es una conducta que propicia desorden, qué podemos decir de su pariente la procrastinación. Recuerda, ya lo dijo Barbara Hemphill, “el desorden son decisiones pospuestas”. En la medida que una persona deja de elegir tomar algo que está fuera de lugar, decidir qué hacer con ello, retornarlo a su lugar de guardado, comenzarán los problemas. Hoy será un poco de desorden, mañana un monstruo desorganizado que aparente no tener ni pies ni cabeza. La estrategia es simple, decidir ahora, porque incluso no decidir es decidir.
Desorden por mis emociones y conductas
Adquirir o guardar objetos como resultado de reacciones emocionales es algo que todos hacemos. En mayor o menor medida creamos conexiones con las cosas. La emoción de comprar un vestido nuevo se apodera de la razón. No es que tenga algo de malo. Lo que si no es conveniente, es salirse de control comprando más allá de la necesidad, de la capacidad económica o de la disponibilidad para almacenar las cosas. Lo mismo sucede cuando nos apegamos a algo y no lo queremos soltar. Esto pasa sin importar que la casa esté abarrotada, que no tengamos un lugar para guardar o que ni siquiera le demos un cuidado apropiado a las posesiones. ¿Cuál es la estrategia a seguir? Reconocer la conexión emocional, identificar los gatillos que propician la respuesta no racional y pensar dos veces antes de adquirir. Si se trata de soltar, dar las gracias puede ser una mecánica bastante apta, más si la persona sabe el destino del descarte (donar, reciclar, vender, regalar, etc.). Evitar hacer contacto con las cosas y pedir que alguien más las manipule, también es una manera de evitar que los gatillos emocionales se disparen.
Todo proceso de organización involucra emociones y por tanto reacciones a través de nuestra conducta. No se puede forzar el proceso. No podemos organizar las cosas de alguien más sin su permiso, sin su aprobación y sin que la persona realmente esté dispuesta a realizar un cambio. Si obligamos a alguien a ser organizado lo que va a pasar es que puede responder con agresividad, física y verbal. Como contrapartida, el poder de las emociones y conductas tienen peso enorme en determinar que un espacio se vea impactado de manera negativa por el desorden y la desorganización. Al final del día, hay que ser claros, el espacio no es lo que importa sino la persona que vive y usa esos espacios. ¿Tú que opinas?